Motas de polvo estelar
siembran efímeras luces
sobre la tierra en desorden.
Llueven despojos de fragancia cósmica,
dorando piedras que fueran montaña,
hace años luz de hoy.
Esporas brillantes
orbitan sobre restos de planetas extintos
brindando un espectáculo final,
astrológico regalo para bestias sin historia.
Migran satélites.
Y caen retazos de universo,
portando el indivisible fulgor
de astros fenecidos, siglos ha.
Pero, aún su reflejo surca galaxias
iluminando a quienes carecen
de claridad propia.
Oro. Oro de aire diáfano,
dorante halo de fibras sutiles.
si hay retinas negándose a captar
el zigzag entre segundos?
Habremos de mutar la piel gimiente
por coberturas de sideral rocío,
sin considerar el pálpito mortal,
y descreer que nos impregna
el polvo de los elegidos.
A través de aéreos prados
mimetizamos el aspecto primitivo
con la mística evolución,
que transparenta.