sin noción de continuidad, desde cuándo escruto el lienzo
donde danzan esclavas negras y bestias
surgidas de penumbras. Fue la hora en
que estacionó mi sangre, hace décadas, minutos, cuando fuérame dado un nombre para
nacer en otro mundo primario / primaveral.
¿Cómo, luego del paso a otra
identidad, estoy ahora siendo?. Atisbo un volar por lo ígneo, un cesar las
voces de cada día. Al suspender comprendo.
Cuervo, cría, murciélago, acaso
hombre de sombra negra, sombra de hombre negro; mi mote ya no cuenta, sino
estas ganas con que te lamo hasta desgarrar tus porcelanas.
Más tarde beberemos
migajas de algún sueño hecho a dúo, enredadas entre barrotes de jaula de
juncos.
No soy nadie más, ni he visto tu rostro de mujer semejante.
Estuve ciego