En libertad

Melodías cálidas contienen cierto hervor y precipitan desde una magnitud propia de soledades. Su granulosa serie lava los ojos de quien atestigüe e inmediatamente prospera un clamor de abundancias por darse a luz. Se comprende, entonces, que la naturaleza va dejando atrás el letargo frío de cuando todo se detuvo para mejor sanar. Y así, el rico obsequio impregna a los géneros con savia urgente para los miembros, las desnudas espaldas. Cerca, un aletear anuncia al imprevisto ser que predice otro fin de los tiempos sin mirar atrás, tan aprisa. A velocidad luciérnaga

imagen: Elsa Gillari

Oro

El oro de mi alma es un destello que captan las antenas. Su materia es sutil como las estrellas que difuntas aún brillan. La veta que pulsa tras lo usual despide un color sin precedente pero capaz de cegar a quien contempla

Caminante

Acaso esta desdicha comienza al ocupar una casa cumplir horario a rajatabla morir día tras día Qué foráneo designio impuso mi rol de interrogante y tu papel de confidente Porqué el azar ordena que tú migres y sea yo quien heche raíces Oh Caminante

tenebrario

Un dios invertido responderá

a mis tambores de piel y hueso

danzando al ritmo de esta oración

blasfema. Nado en las carbónicas

horas lejos de la decadencia a gotas

a gatos con su mala suerte cruzando



Sueños de ataúdes me afligen



Con la espesa tinta de las yemas

ennegreceré mi ala rota por el

vendaval

¿Dónde el reloj que dispone

las runas?

¿Dónde mi amante pálida

de muerte?