El tiempo en un rulo orbitó su cabellera que irradiaba premura.
Tan blanca su línea!. Con nitidez de efervescencias.
Cuando arribó a la desierta orilla su luz iba en desmedro, apagándose
por efecto de los furiosos vientos que al orbe azotan.
Sin embargo le espera un resurgir como galaxia terrena, rodeada de cometas en puntas de pie.
Su anterior existencia desconocía posibilidad semejante, nada le tentaba a dar fe
en un vago fluir de inteligencias.
Es que la velocidad exagerada del tránsito, lo fugaz de las relaciones…
Si la memoria llegara más allá de este ciclo todos sabríamos de la trascendencia comprendida en lo fugaz.
A veces ocurren presagios, vislumbres que pocos se atreven a indagar.
Así, ingenua y a su suerte, atravesada su razón por dudas y carencias, llegó al paraje con el último aliento.
Poco tardó la energía que mueve soles en poseerla, otorgándole el don de la luz prenatal, inmaculada atmósfera, mar en suspensión. Concediéndole el proverbio de Natura.
La observo en su aura, pero si bien le habito a pie firme, estoy tan lejos. Me es inalcanzable su espíritu, su esplendor.
Si la belleza es inmensa, ni la vista alcanza, ni la ilusión acaso.