.
Tempestades
convergen hacia mí, provocando a veces una ventisca de tal magnitud, que tiendo
a creer en imposibles, por ejemplo levitar aún consistiendo así de humano.
Entono: “soplá íntimo vendaval de propia entraña, para romper hábitos destinados
a la muerte, costumbres sin ton ni son o nada mejor a que atenerse. Soplá y
hacé que atraviese las personas autos murallas mentales que se oponen a mi
progreso inmaterial pues no necesito comer para liberarme”. No importa si estoy
trabajando a conciencia, viajando en angostos trenes, cenando con la parca; el
huracán se desata y ya, circulándome por dentro como pancho por su casa, con
noticias sobre tierras lejanas años-luz, con desmedidos sueños de posteridad. Y
todo ello a ojos bien despiertos. Pero no digo que lo detesto o lo añoro si no
llega, porque en ocasiones puede hasta parecer molesto, pero ¿cómo repetir la
dicha de andar ingrávido y ser otro a quien nada apremia?
imagen= ARNOLD BÖCKLIN