Voy a encontrarme con la mujer que hace tiempo me gusta. Somos de edad similar y trabajamos en la oficina de la empresa de seguros. Ella es inteligente y divertida, cuida su aspecto sin demasiada formalidad, a veces hasta me hace reír con sus ocurrencias
Alquilé un auto porque la idea es ir a cenar al centro. Siento algo de ansiedad, desde que enviudé me cuesta entablar una relación sentimental
Frente a la casa de mi amiga aprecio la construcción que me recuerda el estilo discreto e informal de ella. Portón de hierro negro haciendo juego con las rejas del frente, ladrillos a la vista, jardín bien cuidado con flores dispuestas según el color de sus pétalos en los canteros. Nada exagerado ni de mal gusto.
Cuando me dispongo a tocar el timbre descubro que una de las cortinas de la planta baja se corre y alguien me observa. Sospecho que una de las hijas adolescentes de ella es quien espía. Luego la cortina vuelve a su lugar, pero me queda la mala impresión de estar siendo juzgado. Mi camisa manga corta a cuadros, el pantalón recto, los mocasines, atuendo que repito desde joven y que son motivo de crítica y hasta de burla por parte de gente que se dice moderna. Además, recuerdo que en un almuerzo de trabajo ella comentó en tono chistoso algo sobre mis botitas de gamuza azul y me quedó la impresión de que en realidad estaba reprobando mi estilo vintage.
Ahora la niña, riendo, le debe comentar a su madre que hay en la puerta un hombre pasado de moda esperándola. La mujer debe reconsiderar la salida, no querrá comprometerse con alguien que vive en el pasado y convertir la cita en una anécdota graciosa para que se diviertan sus hijas y amigas. Tarda demasiado en salir.
Vuelvo al auto mientras pienso adónde iré a cenar