dulcemente me despierta una sinfonía de trinos aquí donde
reina lo natural
no se oyen máquinas ni motores
ni hay edificios de concreto solo verdes muros que reciben a criaturas libres de todo mal
y por las noches música
de grillos acuna la inquietud
dulcemente me despierta una sinfonía de trinos aquí donde
reina lo natural
no se oyen máquinas ni motores
ni hay edificios de concreto solo verdes muros que reciben a criaturas libres de todo mal
y por las noches música
de grillos acuna la inquietud
Sopla el viento
y sus ráfagas hacen
de mi aliento bruma
para tapar el grito liberador
que venga a despejar tanta
duda la boca mientras es
desgarro que parte
mi cara deberé sorber otros
aires menos violentos
aunque un vaivén de sentimientos
amortigüe la respiración ya en clara
pérdida
Despierta sin ganas después de otra noche de sueños blancos. Va al baño. Se mira con indiferencia en el espejo. Un difuso recuerdo le abrasa la cabeza. Peina sus canas. Se maquilla acaso en exceso. Es otra. Su mente obra en letargo. Como autómata va hasta el ropero. Descuelga el ceniciento vestido de novia. Se lo pone sin quitarse el camisón. Prepara el mate y va a sentarse en el porche, frente a la calle. Ceba uno, lo toma despacio. Y, segura de no haber dejado cabos sueltos, vuelve al hábito cotidiano: Espera.