viernes, 25 de febrero de 2011

versiones





Un pajarillo armaba el nido, ayudado por su compañera. Ardua tarea para el pequeño volador, iba y venía trayendo en su pico hojitas secas, trozos de madera, algún hilo de color para dar un toque personal. Este animalito alcanzó a divisar, entre vuelo y vuelo, a un hombre santo, que emanaba áurea luminosidad desde su asiento. Percibió el ave, no sin sorpresa, cuánta paz irradiaba aquel ser y cómo ascendía su conciencia, girando lentamente sobre los techos de la cabaña. Decidió mudar su proyecto habitacional a las inmediaciones de la residencia del dios sentado.



El peregrino venía de largas distancias, disfrutando los silencios y aromas de los montes. No tenía otro afán más que confundirse con la naturaleza, pues era un exiliado a voluntad de orbes envenenadas con humo y violencia.

La sed lo apremiaba, y se dispuso a requerir agua en la primera casa que apareciera, pero, al llegar a la entrada de una humilde choza descartó llamar, pues una estatua jamás sospechada captó su entera atención. Dedujo que el escultor había plasmado la imagen de un antiguo poblador meditando, sentado en posición de loto, como los yoguis hindúes. La quietud y recogimiento que desprendía la efigie, convencieron al caminante de que se trataba de terreno sagrado, por lo que sería mejor dirigirse a otra morada para saciar el anhelo que ardía en su interior y no invadir lugares del más allá.



Solange canta canciones olvidadas, o jamás compuestas, mientras tiende la ropa en el alambre que su hombre dispuso entre dos árboles montaraces. La cabaña está sobre la ladera, que también alberga la choza del único vecino, cien metros arriba. Entre sábanas y prendas, Solange divisa al hombre estático, sentado bajo el alero. Pasan los minutos y el tipo no se mueve, entonces, la buena mujer saca conclusiones: “allí lo tienen, el viejo hippie, duro como estaca. Se dio un buen saque, y seguramente su voluntad rueda por el propio infinito, un cosmos narcótico lo inmoviliza. ¡ Y buéh ¡, que disfrute el mambo, mientras no venga a joder...”



Cada cual ajusta su versión, y todas son verdaderas, porque la realidad es un acuerdo entre lo que existe y la interpretación personal que de ello se hace. Quizás sea este el motivo de la imposibilidad de acuerdos entre testigos y herederos, y, menos mal que no se presentó ningún medio de prensa a cubrir el evento.



A todo esto, Paul el poeta maduro, concluido su relax, ciñó el largo cabello que la brisa de montaña había desarreglado, y se dirigió al interior de la choza, con la intención de relatar frente al grabador las sensaciones experimentadas: cómo percibió el vuelo cercano del ave, cuál fue la intuición sobre un visitante que no se presentó, y de qué manera oyó a la vecina cantar su melodía irreal, entre flamear de telas y sospechas.

Buscó la puerta de entrada sin ninguna urgencia, su ceguera lo aplacaba.



Arlane
imagen: CAMPO, de Vinicio Jarquin

domingo, 20 de febrero de 2011

conjeturas






arriba del bondi, rumbo a mi laburo nocturno otra vez. Ya estoy medio cansado con tantos días sin franco porque mi compañero se fue de vacaciones, qué vamoacer. Mi lánguida atención recepta algo en el ambiente cerrado del vehículo, trato de comprender qué cosa es. Ahora lo veo, ocurre que aquí flota un aire de irrealidad, parece todo normal pero hay signos que difieren, no encajan. El volumen de las voces tiene un registro demasiado alto, con tonos agudos que son impropios en estas latitudes. Sólo hay conversaciones de parejas, no veo grupos o familias charlando, y eso que esta línea pasa por el cine lindo los domingos. Una mujer, que viene de trabajar porque lleva uniforme de compañía de limpieza, va con el celular clavado en su oreja derecha, y conversa a los gritos con su interlocutor/a, nadie parece prestarle atención aunque descubro rápidas miradas de complicidad y sonrisas en consecuencia. Es petiza y extremadamente fea, además va cambiando de asiento sin ton ni son, primero se pasó de uno compartido al individual de adelante, al rato la veo venir de vuelta para acá, con el telefonito como injertado, y se acomoda en otro asiento de dos, más atrás. ¿Qué busca con esos traslados?, encima renguea, por lo que cuando el chofer agarre algunos de los pozos habituales, puede ir a dar de narices contra el vidrio trasero. Calculo que padece un raye importante, o forma parte del cuadro surrealista, montado para confundirme. En ese caso conviene no perderla de vista pues debe representar un papel importante dentro de la comedia en progreso.

Todo cobra un tinte ilusorio, no debí pasarme tantas horas frente a la PC con este cansancio hasta los huesos. Para ponerme a la altura de las circunstancias, le cedo el asiento a una chica mucho más joven que yo, que por supuesto se niega, argumentando “no señor, quédese, no hace falta...”, y esas boludeces a esgrimir cuando no se sabe qué. Insisto ya de pie y alejándome a los tumbos con este colectivero de mierda que no perdona un bache. La piba termina sentándose en el lugar que dejé, su cara refleja duda, sorpresa, trato de no mirarla para que no sospeche ni piense estos viejos babosos. Luego, siento el característico apretón de garganta que me avisa cuándo cruzar de vereda o no saludar al vecino. Me bajo varias cuadras antes de mi destino, en ese colectivo se estaba cocinando algo desgraciado, no sé, algo de lo que mejor tomar distancia. Prendo un pucho con alivio, y miro al siniestro bus alejarse escupiendo humo y ruido a frenos, no estalla ni es envuelto por las llamas, no escucho tiroteo proveniente de su interior, sigue su itinerario como si tal cosa. Y yo en esta calle de la que no recuerdo el nombre, tan penumbrosa y lejana de donde me dirigía, propicia para golpes por la espalda o desprendimientos de losa.

Siento que vuelvo a estar en peligro

 
Arlane
 
imagen: LA NOCHE, de la artista Gisel Zárate

sábado, 19 de febrero de 2011

milnovecientosetentany...







El peso de la historia es condena

por la ignorancia sin excusas

que toleramos.

En aulas devotas

nos instruyeron para ejercer

la mejor apatía y discriminación.

Dentro de aquellos claustros,

calefaccionados a buen precio,

permitimos el vendaje de las miradas,

creímos los discursos contra el distinto.

Padres confundidos en su buena fe,

aterrados por conspiradores de pacotilla,

pusieron candados a toda expresión,

despreciando la audaz rebeldía

que atesoraban los buenosaires.


En aquellos días

de mordazadas a mansalva,

ocurrían desgracias,

campeaba la injusticia.

Mientras,

los jóvenes selectos copiábamos

rebeldía de filmes para colonias

disfrazándonos como extranjeros

y hablando un idioma neutro.



Pero había hermanos cayendo

había niñas agonizando

dentro de pozos clandestinos.

Cómo nos engañaron!!

pintándonos un mundo de fábula

y complacientes mascaradas.

Se confunden rabia y pena

al comprender

lo inútil de nuestra bravura

y la adolescencia malgastada.


No fuimos dignos

en el momento de luchar,

y es inútil la excusa del ingenuo,

cuando balas, gritos, censura,

todavía hieren la conciencia.

Arlane

miércoles, 16 de febrero de 2011

vuelo nocturno

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Vuelo nocturno, floto desalmado

La noche abre fauces

ante el impulso de mi abstracta

luz. Elevado puedo ver focos

que discurren sobre una calle

exacta como la cruz del sur



Soy blanco pájaro ciego de distancias

migrando a reinos en perspectiva,

guiándome con sus azules fragancias.

Volteo clandestino, entre brumas que exhalan

del vacío. Mis alas conducen hacia comarcas

vírgenes de turistas a pie firme.

Desplazando esta esencia frágil

rodeo montañas, para coronar

con pico de lince, las cúspides que

nievan a pesar del sol alto

Vórtices por ojos llevo

vislumbrando el movimiento del urbe.

Aquel mundo inferior conmovido

por el ruido de pasión y violencia.

Tierra infame... ajena.


Vuelo nocturno.

Los campos sutiles guarecen

mi tenue recorrido

a babor de estrellas

que señalan un mejor destino



Arlane

miércoles, 9 de febrero de 2011

ángel caído

“Es ahora cuando vuelves a nacer”, anunció la voz en off como caída del cielo, a pesar de que él no se encontraba sobre escenario alguno y ni siquiera era actor de reparto a domicilio. Rápido de reflejos , protestó: “justo ahora que ya me estaba acostumbrado a volar sin ataduras y a prescindir de PC, celular, y horarios a cumplir. No es justo”. La voz omnipresente interrumpió: “serás cóndor”. “Ah bueno”, consintió el tipo, “siendo así, estoy dispuesto”. Comenzó el descenso con proyectos de plumaje solitario y altas cumbres sin tráfico, mientras iba reflexionando: al fin y al cabo el mundo puede ser un lugar agradable según desde dónde se lo mire

Arlane
imagen: EL SECRETO, de Mariana Palova