En ausencia del mundo trato
de hallar algo más vivo
Andaré sin aliento por campos
que se tienden sueño
sin dar con el idioma preciso
que describa el desamparo
de hallar algo más vivo
Andaré sin aliento por campos
que se tienden sueño
sin dar con el idioma preciso
que describa el desamparo
dulcemente me despierta una sinfonía de trinos aquí donde
reina lo natural
no se oyen máquinas ni motores
ni hay edificios de concreto solo verdes muros que reciben a criaturas libres de todo mal
y por las noches música
de grillos acuna la inquietud
Sopla el viento
y sus ráfagas hacen
de mi aliento bruma
para tapar el grito liberador
que venga a despejar tanta
duda la boca mientras es
desgarro que parte
mi cara deberé sorber otros
aires menos violentos
aunque un vaivén de sentimientos
amortigüe la respiración ya en clara
pérdida
Despierta sin ganas después de otra noche de sueños blancos. Va al baño. Se mira con indiferencia en el espejo. Un difuso recuerdo le abrasa la cabeza. Peina sus canas. Se maquilla acaso en exceso. Es otra. Su mente obra en letargo. Como autómata va hasta el ropero. Descuelga el ceniciento vestido de novia. Se lo pone sin quitarse el camisón. Prepara el mate y va a sentarse en el porche, frente a la calle. Ceba uno, lo toma despacio. Y, segura de no haber dejado cabos sueltos, vuelve al hábito cotidiano: Espera.
Se parte de una circunstancia aleatoria
y luego
inicia el bombardeo hasta culminar
en un alud
eclosionando entre neuronas
En ausencia del mundo trato
de hallar algo más vivo
Andaré sin aliento por campos
que se tienden sueño
sin dar con el idioma preciso
Voy a encontrarme con la mujer que hace tiempo me gusta. Somos de edad similar y trabajamos en la oficina de la empresa de seguros. Ella es inteligente y divertida, cuida su aspecto sin demasiada formalidad, a veces hasta me hace reír con sus ocurrencias
Alquilé un auto porque la idea es ir a cenar al centro. Siento algo de ansiedad, desde que enviudé me cuesta entablar una relación sentimental
Frente a la casa de mi amiga aprecio la construcción que me recuerda el estilo discreto e informal de ella. Portón de hierro negro haciendo juego con las rejas del frente, ladrillos a la vista, jardín bien cuidado con flores dispuestas según el color de sus pétalos en los canteros. Nada exagerado ni de mal gusto.
Cuando me dispongo a tocar el timbre descubro que una de las cortinas de la planta baja se corre y alguien me observa. Sospecho que una de las hijas adolescentes de ella es quien espía. Luego la cortina vuelve a su lugar, pero me queda la mala impresión de estar siendo juzgado. Mi camisa manga corta a cuadros, el pantalón recto, los mocasines, atuendo que repito desde joven y que son motivo de crítica y hasta de burla por parte de gente que se dice moderna. Además, recuerdo que en un almuerzo de trabajo ella comentó en tono chistoso algo sobre mis botitas de gamuza azul y me quedó la impresión de que en realidad estaba reprobando mi estilo vintage.
Ahora la niña, riendo, le debe comentar a su madre que hay en la puerta un hombre pasado de moda esperándola. La mujer debe reconsiderar la salida, no querrá comprometerse con alguien que vive en el pasado y convertir la cita en una anécdota graciosa para que se diviertan sus hijas y amigas. Tarda demasiado en salir.
Vuelvo al auto mientras pienso adónde iré a cenar
No supo flotar, como ellos. Y por esa incapacidad su fascinante gorjeo ardió cuando, sentado en un avión, alzaba vuelo.
La veo acercarse, aunque desde hace rato ya sabía de su llegada. Ella camina hacia aquí, mirándome, y deduciendo que la espero adivinando que vendría. Claro, me doy cuenta, ipso facto, de que no tiene dudas respecto a mi certeza de que conoce cuanto he colegido por la mirada que atestigua su conclusión de que la aguardo seguro de su arribo.
Frente a frente, permanecemos en compacto silencio, cuanto hubiera por decir era por los dos conocido. Parte, volviendo sobre sus pasos. Yo continúo parado. Ambos buscaremos a alguien imprevisible, aunque ya sepamos el desenlace.
Envuelto por haces de luz me doy al camino abierto de par en par y muy distinto a cualquier árido asfalto de ciudad. Humedad de la buena, rocíos, perfumes silvestres, van rodeándome sin premura, dejándose gozar. Hace tanto que mi alma-piel tenía necesidad de tamaño nutrimento, hecho de paisajes por doquier, trinos como revelaciones, hojas guirnaldas cayendo en armonía. ¡Cuán libre me siento ahora!, emancipado del oído alerta por la marcha de motores y las urgencias. El único ruido es tan natural que suma al silencio en torno. Este escenario me habla, dice pájaros amaneciendo, dice árbol sonriente ante mi menuda presencia y que entregue mi ego a la sabia naturaleza
me anudaba
a la realidad.
.
Hoy vuelca la idea
de una apariencia ordinaria
sin miras de avance.
Ahora casi libre
permito que la imaginación
destaque
Me reconozco
ave-nube-vientorabioso,
Promuevo una genuina alianza
que nos libere de competir a mansalva.
Corrijo mi ambiguo lema
y evado la intriga personal
De otro molde provengo
y mi destino es de las estrellas.
Tu alma dura atesora eones en espiral.
Cada anillo representa el inicio y el final de una época.
Tu arboladura talla en redondel la memoria de los siglos.
Acaso toda nuestra vida resulte un ínfimo trazo en el círculo
que ahora se está dibujando
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imagen: JULIO FOSTER
Preguntándose QUE SOY
desfilan rostros en cadena
Son la repetición
de la duda que atormenta
al errante mortal
Sus ojos lloran la búsqueda
que de tan vana
se hace eterna
Los cuatro jinetes venían a visitarla. No le extrañó, ya se habían anunciado desde semanas atrás apareciendo en los fondos de la casa, como un flash que mostraba a dos hombres y dos mujeres, con facha de gladiadores, montando caballos briosos, y que la saludaban levantando sus armas. Luego se esfumaban.
Lo comentó en dos oportunidades al marido, pero este, sin sacar los ojos del celular, no le prestó atención, contestando con evasivas. Desde el año pasado cuando Emma sufrió aquel accidente cerebral, su esposo había tomado la postura de ignorarla, enfrascándose en la navegación por las redes. Después de treinta años de matrimonio, ella consideraba injusto semejante trato. Lo odiaba sordamente.
-Qué se creía ese viejo de mierda- Se repetía una y otra vez la mujer.
Él se había convertido en un anciano, y su humor iba de mal en peor. En cambio Emma se sabía mucho más joven ahora, prácticamente una nena a la que el mundo sorprende en cada esquina, y la maravilla se esconde detrás de las mismas ventanas que antes abriera sin darse cuenta
Hoy volvieron los jinetes, pero ella estaba preparada. Llevaba la campera de jean con corderito, bombachas de campo, botas altas, y boina a lo Comandante. Salió sin maquillaje. El jinete del fuego le dio una mano para que montara en su corcel. Una vez acomodada, Emma le susurró al oído:
-Vamos pero antes haceme un favor. Inmediatamente, el emisario del ardor apuntó su bastón hacia la casa disparando un chorro hirviente de lava bendecida. La estructura se quemó por completo.
El ruido de los cascos por el cielo no pudo ocultar la risa y aplausos de Emma...
El marido no alcanzó a levantar la vista de la pantalla .
Ciudadano
(sobre dibujo de Chabe)
Como a una tabla se salvación
el ciudadano se aferra al portafolio
Allí guarda lo escencial
para salvar los escollos
en este mar de ambición
Usa sombrero para impedirse meditar
una vieja corbata ahoga los deseos de cantar.
Y ostentando un mudra obsceno
sale rumbo a la oficina con escritorio
donde pronto
sucumbirá
una oscura pareja se hipnotiza
en la espera de cualquier tormenta
de ideas que llegue a romper
la rutina y los cubra
de azules estrellas