fe oscura

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por bendecir tu vientre
me hago monje de tinieblas
druída de lo opuesto
ya que no hay como
alcanzarte cuando desnuda
vas por las corrientes
sorteando obligaciones
y el mundo yace a tus pies de luna
convertido en vagos restos
que salpican la vereda

tomar los hábitos nocturnales
y hacerme devoto
de algún siniestro ídolo
para elevar mi oración entre cardos
de los baldíos sin dueño
ni torres de vigilancia

así quizás pueda
liarme de tu cintura cósmica
criatura astral en negativo
luego asido al costado en que
batís alas de mariposa o murciélago
admitir que me lleves
más alto que los sucesos de rutina
propios de leyes mediáticas
o de oferta y demanda
dejarme arrastrar
rumbo a cúspides
que solo nativos mentan

sacerdocio de la barbarie para
comulgar en tu opaco aliento

ARLANE

buceador

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Busco la intensidad en las palabras.
La sinceridad feroz
del poeta, del asceta.

A gritos, o en susurro confiada,
busco la verdad.
Y oteo las cosas, gestos, movimientos,
para descubrir
quién miente, cuál es sincero,
detrás de la máscara aceptada
por el enjambre.

Indago el ritmo catalizador de la extrema quietud
que imprime la secuencia sin descanso.

Busco tu rostro en la aglomeración,
como a un oasis,
cuando me siento desfallecer
agobiado por sed de ternura.

Escruto la conducta que me identifique
para evitar los enredos mentales,
sin dar espacio a medios de comunicación
que depredan cultura y memoria.
Sondeo el polo de energía,
experimentando pánico, placer, conflicto.

Y en esta senda
gusto de adherir a utopismos
incapaces de la precisa lógica
para enfrentar las armas del sistema.

Busco en vano, en serio.
Inmolado ante el bárbaro progreso.
Complacido
en el rigor de la sonrisa
o la libertad del fervor.

Busco garantías
al misterio de vivir con la duda esencial,
sin que aparezca ese
que dispense un mejor argumento.

Arlane

(imagen: crucifixión, de Salvador Dalí)