sábado, 6 de mayo de 2023

Última cabalgata


 



Los cuatro jinetes venían a visitarla. No le extrañó, ya se habían anunciado desde semanas atrás apareciendo en los fondos de la casa, como un flash que mostraba a dos hombres y dos mujeres, con facha de gladiadores, montando caballos briosos, y que la saludaban levantando sus armas. Luego se esfumaban.

Lo comentó en dos oportunidades al marido, pero este, sin sacar los ojos del celular, no le prestó atención, contestando con evasivas. Desde el año pasado cuando Emma sufrió aquel accidente cerebral, su esposo había tomado la postura de ignorarla, enfrascándose en la navegación por las redes. Después de treinta años de matrimonio, ella consideraba injusto semejante trato. Lo odiaba sordamente. 

-Qué se creía ese viejo de mierda-  Se repetía una y otra vez la mujer.

Él se había convertido en un anciano, y su humor iba de mal en peor. En cambio Emma se sabía mucho más joven ahora, prácticamente una nena a la que el mundo sorprende en cada esquina, y la maravilla se esconde detrás de las mismas ventanas que antes abriera sin darse cuenta

Hoy volvieron los jinetes, pero ella estaba preparada. Llevaba la campera de jean con corderito, bombachas de campo, botas altas, y boina a lo Comandante. Salió sin maquillaje. El jinete del fuego le dio una mano para que montara en su corcel. Una vez acomodada, Emma le susurró al oído:

-Vamos pero antes haceme un favor. Inmediatamente, el emisario del ardor apuntó su bastón hacia la casa disparando un chorro hirviente de lava bendecida. La estructura se quemó por completo. 

El ruido de los cascos por el cielo no pudo ocultar la risa y aplausos de Emma...

El marido no alcanzó a levantar la vista de la pantalla .